jueves, 9 de febrero de 2017

Hemos de guardar el pasado en la mochila

Después de que ayer no os publicara mi habitual post, por cuestiones laborales, hoy vuelvo a jugar a ser psicólogo y retomo la relectura de “Tus zonas erróneas” del Dr. Dyer.

En este caso os comentare su capítulo 4 “La ruptura con el pasado”

Nos comienza su artículo con la siguiente frase:

Sólo los fantasmas se revuelcan en el pasado, explicándose a sí mismos con descripciones basadas en sus vidas ya pasadas. Tú eres lo que eliges ser hoy día, no lo que antes elegiste ser.

Es muy cierta esta frase y la comparto plenamente, ¿de qué nos sirve quedarnos en un pasado que ya pasó?

También el Dr. Dyer nos hace dos preguntas interesantes que opino que todos deberíamos saber responder, estas dos preguntas son las siguientes:

¿Quién eres?

¿Cómo te describes a ti mismo?

Voy a intentar respondéroslas yo desde mi personal punto de vista, refiriéndome, por supuesto, a mí.
¿Quién soy?

En primer lugar soy Jorge.

¿Qué cosa mejor me puede definir que mi propio nombre?

En la segunda pregunta, podremos definir quién es Jorge.

Jorge se describe a sí mismo como…

-Una persona que intenta aprender de la vida.

-Alguien que le gusta ser valorado, pero a la vez, no desear estar en el escenario (ser el numero uno).

-Alguien que cuando sabe hacer las cosas, le aburren y tiene necesidad de aprender algo nuevo.

-Alguien que cree firmemente en la libertad, sabiendo de la libertad se acaba cuando empiezan los derechos de los demás, algo que sin excusas se ha de respetar, por lo tanto opino que la libertad no existe, la autentica libertad, sería el libertinaje, algo intolerable en una sociedad racional.

-Una persona que valora más hacer lo que le apetece hacer, que ganar dinero, lo importante es vivir, no atesorar cosas, ni riquezas.

-Alguien que no ansia poseer cosas, teniendo el sustento cubierto y lo suficiente para pagar las facturas (luz, agua, impuestos…) que esta sociedad nos impone como necesarias, no necesito mas.

-Alguien que en ocasiones pierde los nervios (especialmente con la mujer, en menos ocasiones con el jefe…) algo que tengo pendiente de aprender a remediar.

-Alguien que disfruta escribiendo un artículo en el ordenador, pintando sus cuadros, o sembrado tomates o pimientos en macetas…

-Alguien que hace años empezó a invertir sus ahorros en bolsa, ahora son malos tiempos, pues habrá que asumir el riesgo corrido y esperar mejores tiempos, pero si esto no le dejara dormir, lo mejor sería vender asumiendo perdidas, todas las acciones y dedicar el dinero a otra cosa.

Alguien que trabaja reparando ascensores, un trabajo entretenido, estas todo el día en la calle y tienes que estrujarte la sesera averiguando las averías, inconvenientes… de cuando en cuando te hartas de subir escaleras, cuando vas a arreglar un ascensor la sala de maquinas suele estar en la última planta y en ocasiones has de subir y bajar varias veces… pero hay que ver lo positivo… los médicos dicen que subir escaleras es bueno para la salud.

Aunque el Dr. Dyer se refiere en su pregunta “¿Cómo te describes a ti mismo?” más a las simples etiquetas que nos vamos colocando he preferido responder a la pregunta desde mi particular punto de vista.

El Dr. Dyer nos pone una lista de las “etiquetas” que solemos colocarnos nosotros mismos o ayudados de quienes nos rodean.

Yo soy tímido: aunque admito algún grado de timidez, no me lo considero (el el pasado era mas tímido).

Yo soy perezoso: tampoco me lo considero, aunque en ocasiones dejo pequeñas cosas para otro momento, cuando tengo que hacer algo, me resigno y toca realizarlo, aunque no apetezca.

Yo soy apocado: prefiero quedar en un segundo plano, pero si quien está en primer plano no sabe seguir, si tengo que ocupar su puesto, lo ocupo, para después volverle a retornar su primer plano, pues sinceramente, me siento más cómodo en un segundo plano, estar en segundo plano no significa ser el último de la lista.

Yo soy asustadizo: no me gusta pelear, cada vez menos, pero hay ocasiones en las que te has de plantar y decir por ahí no paso, ni jamás pasare.

Yo soy desordenado: ciertamente me gusta el orden, me gusta cada cosa en su sitio, pero lo difícil es mantenerlo, por lo cual siempre tengo desorden dentro de mi orden.

Yo soy nervioso: ciertamente lo soy mucho (aunque cada vez menos), ese nerviosismo lo suele ver más mi estomago que los que me rodean.

Yo soy olvidadizo: jamás, difícilmente olvido las palabras o las cosas, procuro meter en la mochila “enorme” que llevo siempre en mi espalda todas las cosas que no me gustan, las guardo ahí y procuro olvidarlas, pero si en el futuro me son necesarias, también se acordarme de los trastos viejos que guardo en esa pesada mochila.

Yo soy pésimo para la mecánica: He trabajado de mecánico de coches en mis tiempos de aprendiz y de hecho reparando ascensores se toca bastante la mecánica.

Yo soy malo para las matemáticas: realmente no son mi fuerte, pero cuando estudiaba delineación e incluso electrónica, tuve que comérmelas con pan y tomate sobreviviendo a ellas. Las matemáticas, opino, que bien comprendidas son un campo muy bonito para desarrollar, pero cuando pierdes el hilo, es como si me pongo a leer un texto en chino o en japonés.

Yo soy un solitario: quizás si lo sea, aunque así no me siento, tengo pocos amigos (aunque de mucha calidad), no me gustan las multitudes (aunque si tengo que convivir con ellas sin problema), prefiero reuniones de pocas personas, quizás por el egoísmo de que me lo paso mejor estando todos en una misma conversación que en ir formando circulitos…

Yo soy frígido: aunque el sexo no es una de mis prioridades en la vida, como parece ser en cincuentones que conozco (esa es mi edad), disfruto del sexo con mi pareja y no necesito mas, si eso es ser frígido lo seré, pero desde luego no me lo considero.

Yo soy aburrido: en ocasiones quizás, prefiero quedarme en mi rincón con mis pinceles, escribiendo artículo, cocinando, arrancando hierba, que ir actos sociales, pero en su momento también me gusta charrar, contar chistes, jugar a las cartas, etc…. Para todo hay su momento.

Yo soy un pésimo cocinero: en ocasiones se me ha quemado la comida o me ha salido algo incomible, pero si no cocino seguro que nada me saldría mal, normalmente me defiendo bien en la cocina, aunque me queda mucho por aprender, además de aprender a ser sordo, cuando la mujer cuando me engancha en “su” cocina, cocinando algo y se pone a gruñirme.

Yo soy malo en la gramática: ciertamente tampoco es mi fuerte, pero con la ayuda de Word, como veis, soy capaz de escribir estos artículos.

Yo soy de los que se cansan muy pronto: de unas cosas me canso, de otras no, todo depende de lo interesantes que considere que son las cosas que realizo.

Yo soy enfermizo: no me lo considero, aunque los resfriados son mis acompañantes asiduos y mí estomago ya no está para demasiados trotes… con algún enemigo he de convivir en esta vida.

Yo soy tosco: tampoco me veo como tal, aunque eso sería más justo que lo valorara los que me conocen.

Yo soy proclive a los accidentes: aunque he tenido en mi vida varios accidentes de tráfico y laborales, tampoco me considero proclive, de hecho jamás me he roto ningún hueso (toquemos madera para seguir así).

Yo soy corto de genio: je, je, je, eso sí que no, suelo tenerlo controlado, mi estomago lo suele sufrir… pero llega, en raras ocasiones, que tiembla el mundo a mi alrededor.

Yo soy hostil: sinceramente no lo soy, prefiero callar y pasar de todo, si es posible, si me pongo de mala leche tengo dos problemas, pasarlo mal yo y discutir con quien me rodea, además si el problema es mío y no de quien me rodea ¿Qué culpa tienen los que me rodean?.

Yo soy solemne: me valoro, pero como decía con anterioridad me gusta el segundo plano, no destacar, vivir mi vida y que los demás vivan la suya.

Yo soy apático: si fuera apático no me interesaría la psicología, ni publicaría estos post, guardaría los conocimientos que adquiero escribiendo para mí en lugar de compartirlos, opino que compartiéndolos, aprendo mas, pienso mas, además los comentarios (positivos y negativos) ayudan a reconsiderar mi idea y afianzarme en ella o reconocer que era un error.

Yo soy gordo: no lo soy, mido 1,69 y peso alrededor de 77-78 kg, tengo sobrepeso, es cierto, pero mi meta, es mantenerlo, si pierdo algún kilillo, no estará de más, pero para perderlo no renuncio a un buen trozo de tocino cocinado al fuego mojando pan en un suculento all i oli.

Yo soy negado para la música: eso sí que lo he de reconocer, intente aprender a tocar la guitarra, música no le conseguí sacar, lo único que conseguí fue hacer sangrar mis dedos de tanto intentarlo, después lo intente con el órgano electrónico, ahí por lo menos no sangraron mis dedos, y alguna cosa parecida a una canción ha sonado… pero la verdad, mejor dedicarme a poner y dedicar canciones de los demás en mi programa de radio.

Yo soy fatal para el deporte: mas que fatal, vago diría yo, prefiero tomar mi cervecita, con mi tapita de cacahuetes (si es de jamón, queso o chorizo, mejor)  que el deporte ya lo realizo subiendo escaleras cuando el ascensor no funciona. En mis tiempos jóvenes fui jugador de rugby.

Yo soy torpe: con paciencia todo se aprende… menos tocar música… je je je.

Yo soy porfiado: he de conocer que soy cabezón, pero en ocasiones hay que rendirse, aunque mi guitarra, dentro de su funda (hace por lo menos 20 años) aun sigue estando… ¿Quién sabe si algún día meto la funda en la lavadora…?

Yo soy inmaduro: joer… si con 50 tacos soy inmaduro, apaguemos y marchémonos.

Yo soy meticuloso: no me lo considero, más bien practico, busco el equilibrio de las cosas, el precio de algo, con la calidad de ese algo, no lo más caro es lo mejor, aunque reconozco que probablemente lo más caro sea mejor, pero todo tiene un valor, cuando realizas algo, a más tiempo dedicas a ello, probablemente mejor te quede, pero has de buscar el equilibrio entre que quede aceptable y el tiempo dedicado.

Yo soy descuidado: aunque he mejorado bastante, me importa poco lavar el coche (al mundo cuando llueve se le ensucia, a mí se me lava), para vestirme pillo la primera ropa que encuentro en el armario, lo importante es que yo este cómodo y acorde con la temperatura ambiente, a quien no le guste que mire para otro lado.

Yo soy vengativo: antes quizás, cuando me la hacían no descansaba hasta que la devolvía, ahora opino que no merece la pena calentarse la sangre, si una persona o entidad no te interesa, progresivamente la eliminas del grupo con el cual te relacionas, si durante esa “progresión” ves que se enmienda, aun estas a tiempo de olvidar y dejarle de nuevo tus puertas abiertas, si no merece la pena, seguramente te hará algún desastre mas.

Yo soy irresponsable: nada más lejos de la realidad, me duele mucho afirmar algo, convencido que es así, o que realizare algo y tener que decir después “lo siento, no puedo o no es así”, antes de hablar, he de saber que digo, pero si me equivoco, también he de saber reconocerlo y no esconderme.

Yo soy de los que se angustian fácilmente: ¿por qué he de angustiarme? Si existe un problema hay que buscarle una solución y listo, en lugar de perder el tiempo inútilmente llorando.
Aunque pensaba dedicar este articulo al capítulo  4  completo del Dr. Dyer, me he quedado en la segunda página de su capítulo, próximamente seguiremos con el tema en un futuro post.

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