Aunque yo solo compro como
edulcorante, azúcar y miel, también consumo otros edulcorantes que acompañan
otros comestibles y bebidas, pero que muchos de nosotros no sabemos que son.
En primer lugar conoceremos la
glucosa, la fructosa y la sacarosa por separado.
Glucosa:
Consiste en una forma de azúcar de
podemos encontrar en frutas y en la miel.
La industria alimentaria la
denomina dextrosa.
Tanto la glucosa libre, como la
glucosa combinada son ambas un compuesto orgánico muy abundante en la
naturaleza.
La glucosa, es utilizada por las
células para sintetizar su energía, mediante una oxidación catabólica, también
es el componente principal de polímeros estructurales como la celulosa y de
polímeros de almacenamiento energético tales como el almidón y glucógeno.
La glucosa forma parte de los tres
monosacáridos dietéticos (glucosa, fructosa y galactosa), que son absorbidos
por el torrente sanguíneo durante la digestión.
La glucosa es uno de los
principales productos de la fotosíntesis, así como es el combustible de la
respiración celular.
Las frutas tienen glucosa (en
muchos casos acompañada de fructosa).
La glucosa se extrae para preparar
azúcar alternativo, que a nivel industrial la convierten en jarabe de glucosa o
dextrosa, obteniéndolas a partir de la hidrólisis enzimática de almidón de
cereales, básicamente trigo o maíz.
En gastronomía se utiliza un
derivado de la sacarosa que se produce por medio de la hidrólisis ácida o
enzimática, que se conoce como azúcar invertido que está compuesto de fructosa
y glucosa, utilizado en bollería, caramelos y otros productos de confitería.
Fructosa:
La fructosa, también conocida como
levulosa, al igual que la glucosa, la podemos encontrar tanto en las frutas
como en la miel.
La fructosa puede ser extraída y
concentrada para crear un azúcar alternativo que junto con la glucosa forman un
disacárido llamado sacarosa o azúcar común.
La fructosa tradicionalmente ha
sido utilizada como edulcorante para los diabéticos, pero últimamente parece
ser que genera obesidad.
Contrariamente de la glucosa, que
es absorbida instantáneamente, produciendo un aumento y disminución rápida de
energía en el organismo, la fructosa se metaboliza y se guarda en el hígado en
forma de glucógeno, para reserva en situaciones de esfuerzo, lo cual provoca
una elevación glucémica en sangre, por lo cual no es un edulcorante
recomendable para los diabéticos.
Hasta la década de los años 80, se
creía que la fructosa era un estupendo sustituto de la glucosa, ya que endulza
más con menos cantidad y engorda menos.
Sacarosa:
La sacarosa, no es otra cosa que el
azúcar común, que puede extraerse de la caña de azúcar, la remolacha azucarera,
el maíz, e incluso de la miel.
La sacarosa no es otra cosa que un
disacárido (compuesto de dos azúcares) constituido de glucosa y fructosa, que
se sintetiza en las plantas, pero no en animales superiores.
La sacarosa (azúcar común), es
utilizada por su poder endulzante, esta al llegar al estómago sufre una
hidrólisis ácida, desdoblando una parte en glucosa y fructosa, el resto de la
sacarosa pasara al intestino delgado donde una enzima (sacarasa) convertirá el
resto en glucosa y fructosa.
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