En esta ocasión, aunque a la
mujer no le gusta la gelatina, he optado por realizar esta espectacular y
sabrosa receta, aunque la mujer ha dicho de toda para mí…
La verdad es que la idea de
unir el vino dulce con la gelatina y las fresas semi cocidas le da un toke muy
especial.
Ingredientes (2 personas):
200 g de fresas maduras
1 vaso de vino dulce
2 hojas de gelatina
1 sobre de agar-agar (2 gramos)
1 ramita de menta fresca
1 cucharada sopera de azúcar colmada
Preparación:
En primer lugar colocamos
las láminas de gelatina en un vaso con dos deditos de agua para que se vaya hidratando.
Lavamos las fresas, les
retiramos el tallo y las vamos cortando por la mitad longitudinalmente.
Ponemos el vino junto con la
cucharada de azúcar y la ramita de menta, hasta que empiece su ebullición,
removiendo de vez en cuando para que el azúcar no se nos pegue en el fondo.
Cuando empiece a hervir,
añadimos las láminas de gelatina que teníamos hidratándose y el agar-agar
(gelatina vegetal en polvo), no sé el motivo de poner gelatina en polvo y en
lámina, pero como lo ponía la receta y tenia de ambas, lo he hecho así, imagino
que es lo mismo duplicar las láminas de gelatina o poner dos sobres de
agar-agar…
Colocamos las fresas en esta
mezcla, apagamos el fuego y dejamos reposar hasta que se enfrié.
Retiramos y desechamos la
ramita de menta.
Ahora forramos dos moldes
por la parte interior con plástico de cocina, formando interiormente una
especie de vaso con el plástico, para facilitar su desmoldaje.
Ahora con unas pinzas de cocina,
vamos colocando en nuestro molde las fresas.
Cubrimos con el caldito y
reservamos en la nevera hasta que se solidifique y sea el momento de servir.
Como me sobro caldito, lo
aproveche rellenando unos moldes de silicona colocando una fresa en su interior
hasta que termine el líquido sobrante.
Para mi gusto quedo
espectacular de presencia y de gusto, a pesar de que yo no lo decore como en la
receta original, que la verdad, con un poquito de nata por encima (aunque sea
de spray) y una hojita de menta ganaría mucho, pero como era para mí tripa, no necesitaba más para comérmelo placenteramente.
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