Esta tarde nos servirá de ilustración al tema de hoy, una
nueva fábula de Esopo.
La
bruja.
Una
bruja tenía como profesión vender encantamientos y fórmulas para aplacar la
cólera de los dioses; no le faltaban clientes y ganaba de este modo ampliamente
la vida.
Pero
fue acusada por ello de violar la ley, y, llevada ante los jueces, sus
acusadores la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir del
tribunal, un observador le dijo:
-Tú,
bruja, que decías poder desviar la cólera de los dioses,
¿cómo no has podido persuadir a los hombres?
¿cómo no has podido persuadir a los hombres?
Nunca creas en
los que prometen hacer maravillas en lo que no se ve, pero son incapaces de
hacer cosas ordinarias.
Este
tema me trae a la mente un tema ya tocado en alguna ocasión “la
Santísima Inquisición” que era tan “santa” que torturaba y quemaba a todo
aquel que le era molesto, aunque hoy no estoy reivindicativo y prefiero
escribiros sobre la personalidad humana, que es un temas quizás, más complejo
pero menos indigesto.
Así
muchos pelotas, de los que nos suelen rodear, nos prometen el mundo y nos
halagan diciéndonos los buenísimos que somos…
Rodeados
de esos maravillosos “amigos” salimos más tiesos y orgullosos que un pavo real
con sus bellas plumas desplegadas…
Pero
cuando, por algún motivo recurrimos a esas personas que tanto nos halagan o
tantas promesas vacías nos han realizado, resulta que no pueden hacernos un
simple favor, o quizás sean estas maravillosas amistades que falsamente nos
aplauden, las que nos traicionen clavándonos un puñal en la espalda.
Estas
personas que falsamente nos prometen el mundo y nos empachan en halagos no
merecidos, generalmente suelen ser personas de mente débil, cargadas de
sentimientos de envidia, que simplemente hacen la pelota, normalmente para ser
aceptados por nosotros, porque ellas se consideran poco importantes y se apoyan
en nuestros logros, envidiándolos se colocan al cobijo de nuestra luz, pero
cuando opinan que hay otra luz mayor, se cambian la chaqueta y van tras ella.
Ciertamente
estas personas ganarían mucho, si en lugar de envidiar y exagerar los logros de
los demás, se dedicaran a crear y desarrollar sus propios logros, se sentirían
mejor ellos, serian más valorados por los demás y no los miraría la gente que
vive a su alrededor como el típico chivato o pelota.
Personalmente
opino que tengo las ideas muy claras, aunque en ocasiones reconozco, que como
cualquier mortal hago las cosas mal, o simplemente con el tiempo la vida te
enseña a pensar de forma diferente.
En
ocasiones cuando alguien mete la “gamba”, si se puede evitar, opino que es
mejor callar y dejar hacer, si la “gamba”, veo que se le va a ir de las manos,
es el momento de actuar por mi parte.
Siempre
he pensado que la mejor forma de aprender, es arriesgarse a hacer las cosas,
aunque estas salgan mal, si cuando estas a punto de liarla, alguien te da un
consejo salvador es de agradecer, por supuesto.
Por
ejemplo, cuando empecé a cocinar recuerdo (no creo que lo olvide nunca),
compraba libros de cocina y con ellos comencé a aprender a cocinar.
En
una ocasión recuerdo que me puse a cocinar una receta de arroz o pasta (eso no
lo recuerdo), pero como en la receta no ponía que habia que ponerle agua… pues
no se la puse…
¿Imagináis
cocinar un arroz o una pasta sin agua????
Otra
de mis mejores recetas, fue mi primera bechamel, si alguien sabe como lo
conseguí, que me lo cuente… conseguí realizar una bechamel casi negra (de un
estupendo color marrón oscuro).
Desde
luego las dos terminaron en la basura, alguna salida simple me buscaría (no lo
recuerdo), quizás un bocadillo de sardinas en aceite…no iba a dejar mi amado
tripón vacio.
Pero
esto es lo que intento contaros, ¿os
imagináis que invite a alguien a comer bechamel negra y me diga que esta
riquísima?
Especialmente,
si no se atreve a probarla… puede que no la pruebe porque no tiene hambre…
Ciertamente
los dos son errores garrafales, a pesar de ello, hace algun tiempo publiqué un
libro de recetas de cocina… “Jorbasmar
en la cocina”, que buena publicidad me hago… je je je, por cierto, la
descarga digital es gratuita.
Un
tío que se atreve a escribir un libro de recetas de cocina y ni sabe hacer una
simple bechamel, ni tan solo que para cocer pasta o arroz es imprescindible
poner agua…
La
seguridad en uno mismo se demuestra así, lo hice mal, no sabía hacerlo… pues la práctica, la voluntad, la
necesidad y el tiempo son maravillosos maestros.
Pues
a asumirlo y aprender de ello, así de simple.
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