Aunque los
caracoles no son uno de mis platos favoritos, como en mi huerto los caracoles
luchan unidos a las malas hierbas a comerse lo poco que siembro, pues aunque me
dé pereza prepararlos, mejor comerme yo los caracoles que ellos se coman mi
comida.
Ingredientes (2 personas):
½ kg de caracoles
Sal
Aceite de oliva
Preparación:
Además de pegarse
el trabajo de agarrar los caracoles, ayunarlos, limpiarlos y cocinarlos,
también cuesta trabajo comerlos.
También, realmente
la forma de lavarlos y prepararlos me parece una salvajada, pero si queremos
comer caracoles, es lo que hay.
Cuando los veo
pasearse por mi huerto, en lugar de matarlos, los meto en una jaula en la cual
les pongo hierba y agua.
Una semana antes de
pensar en cocinarlos, voy trasladando los más gorditos de mis prisioneros a
otra jaula, también con agua y generalmente menta, dejándolos ahí,
alimentaditos con menta.
Cuando llega la
hora de ejecutar su pena de muerte, los lavo con abundante sal en la fregadera
varias veces, hasta que dejan de soltar babas y el agua sale limpia.
Una vez bien
limpios los caracoles, los introduzco en un recipiente con tapa, con agua hasta
el borde, dejándolos ahí tapaditos.
Si vemos el agua un
poco sucia, procedemos a volverla a cambiar.
Una vez que esta
esa agua limpia y los caracoles están medio atontados por el exceso de agua,
los pasamos a una cazuela con agua fría y los dejamos en ella a fuego lento,
hasta que el agua hierva unos 20 minutos.
Dejamos enfriar,
escurrimos y les damos un último lavado.
Una vez bien
escurridos, los colocamos en la plancha del horno, previamente aceitada y
colocados con la parte de la cascara por donde sale el caracol hacia arriba
(como en la foto), salamos y aceitamos abundantemente.
Calentamos unos 15
minutos a 160º.
Servimos
acompañados de all i oli o mayonesa de ajo.
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