Antígono Monoftalmo, en el siglo IV antes de Cristo, funda la ciudad
de Antigonia, situada en las orillas del actual lago Iznik (Turquía), la cual
posteriormente es renombrada por Lisimaco, en honor a su esposa, con el nombre
de Nicea, en la actualidad Nicea ha adoptado el mismo nombre que el lago Iznik.
En el año 313, Constantino I el Grande dicta el Edicto de Milán,
otorgando a los cristianos libertad de reunión y de practicar su religión
eliminado el temor a persecuciones.
El emperador romano, Constantino I el Grande, cuando era papa
Silvestre I, convoca el Primer concilio ecuménico, con la misión de afianzar la
unión de la Iglesia cristiana, presidido por Osio de Córdoba.
A pesar de que Constantino I simpatizaba con los cristianos, no fue
bautizado hasta que estaba en su lecho de muerte.
Hay que aclarar que anteriormente, en el siglo I, la Iglesia cristiana
tuvo un concilio anterior, el Concilio de Jerusalén, el cual reunió a Pablo de
Tarso y sus colaboradores más afines, entre ellos Santiago el Justo y Pedro.
En estos tiempos, los cristianos estaban divididos por la llamada
controversia arriana, la cual discutía la naturaleza divina de Jesús.
Por una parte Alejandro, obispo de Alejandría, así como su discípulo y
sucesor, defendían que Jesucristo poseía una doble naturaleza (divina y
humana), por lo cual Jesús era Dios y hombre.
El presbítero Arrio, opositor del obispo de Alejandría, siendo
excomulgado por un sínodo de los obispos de Egipto, por negar la divinidad de
Jesucristo y el obispo Eusebio de Nicomedia, mantenían la afirmación de que
Jesús fue la primera creación de Dios, antes del inicio de los tiempos, puesto
que había sido creado, no era Dios.
Este primer concilio, es conocido como el Concilio de Nicea que tuvo
lugar entre el 20 de mayo y el 25 de julio del año 325.
En el Imperio romano habían censados 1.800 obispos, todos formalmente
convocados, de los cuales solo 318 acudieron al concilio (otras fuentes afirman
que fue un número inferior), a dicho concilio también acudieron dos
representantes del papa Silvestre I.
La Iglesia acordó en el Concilio de Nicea, al Hijo de Dios, como
consustancial con el Padre, también fue fijada la fecha de la Semana Santa,
decidiendo su celebración el domingo después de la Pascua Judía, además de
reconocer la autoridad del obispo de Alejandría.
En el año 381, el emperador Teodosio, establece el Concilio de Nicea
como norma para sus dominios y convoca el Concilio de Constantinopla, para
aclarar la fórmula del Concilio de Nicea, acordándose colocar al Espíritu Santo
al mismo nivel que Dios y Jesús, dando con ello comienzo a la doctrina
trinitaria.
También en Nicea, convoco la emperatriz Vicentina Irene, siendo papa
Adriano I, el Séptimo concilio ecuménico, conocido como el II Concilio de
Nicea, celebrado entre el 24 de septiembre y el 23 de octubre del año 787,
concilio al que acudieron 350 obispos, la mayoría de ellos del Imperio
Bizantino.
En este II Concilio de Nicea se aprobó la veneración de imágenes y la
restauración de las iglesias de todo el imperio.
Estas resoluciones fueron fuertemente objetadas por los iconoclastas
(sector que niega el culto a las imágenes, las prohíben, las destruyen y
persiguen a quienes veneran dichas imágenes).
Desde el año 1.080, en tiempos de los selyúcidas, Nicea pasa a ser la
capital del sultanato de Rum.
Los cruzados, conquistan Nicea en el año 1.097 y tras la
toma de Constantinopla (1.204), se convierte en la capital del Imperio
bizantino.
En el año 1.331, Nicea pasa a ser la ciudad Turca de Iznik, su nombre
en turco.
Fuentes:
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