En esta ocasión, comentaremos las investigaciones del profesor
Olaf Kruse, este profesor dirige un equipo de investigadores en la Universidad
de Bielefeld (Alemania), equipo que ha encontrado una curiosa propiedad en unas
algas verdes (chlamydomonas reinhardti), a las cuales las podríamos considerar
caníbales de sus vecinas.
Al igual que existen plantas carnívoras, que se alimentan
de insectos, ahora sabemos gracias al profesor Kruse, que existen plantas
capaces de alimentarse de sus plantas vecinas.
En primer lugar, conozcamos que investiga el profesor
Kruse junto a su equipo, los cuales investigan el análisis de los mecanismos de
señalización luminosa de las algas verdes, así como la utilización de este conocimiento para el desarrollo de
biocombustibles por medio de microalgas.
Las aportaciones más importantes del profesor Kruse a su
campo de investigación son las siguientes:
-Genética molecular de
adaptación de las plantas a la luz ambiente.
Descubrimiento de
los mecanismos fundamentales que regulan la luz de la chlamydomonas reinhardti
, así como la capacidad de esta alga a adaptarse al cambio de los niveles de
luz.
-Luz mejorada, eficiencia de
la captura.
-Patentado de alta H2 línea
celular productora.
-Estudios de viabilidad
bioquímicos e industriales del proceso Bio-H2 Solar.
Ahora nos centraremos en el tema del artículo, puesto que
el profesor Kruse y su equipo, han descubierto que la microalga verde chlamydomonas
reinhardti, es capaz de alimentarse no solo a través de la fotosíntesis, sino
que además es capaz de poder nutrirse de las plantas vecinas.
La ciencia creía, hasta este descubrimiento que sólo
gusanos, bacterias y hongos podían digerir la celulosa vegetal, para utilizarla
como fuente de carbono para su crecimiento.
Las plantas necesitan, para sobrevivir y desarrollarse,
realizar la fotosíntesis, para la cual necesitan luz, dióxido de carbono y
agua.
El equipo de investigadores de Kruse, descubrieron que el
alga verde chlamydomonas reinhardti, es capaz de seguir creciendo en un
ambiente escaso de dióxido de carbono, momento en cual esta alga unicelular,
obtiene energía a partir de la celulosa de algún vegetal vecino, segregando
unas enzimas que descomponen la celulosa del vegetal del vecino en azúcares
simples, los cuales transportados al interior de su célula le permiten seguir
creciendo.
Actualmente se está investigando, si otros organismos
vegetales son capaces de alimentarse de la celulosa de otras plantas y parece
ser que el resultado será positivo.
Este descubrimiento, en un futuro podría ser muy
importante en la generación de bioenergía, puesto que la degradación de la
celulosa vegetal es un tema muy importante en la fabricación de
biocombustibles.
Actualmente se utilizan celulasas (enzimas para
descomponer y procesar la celulosa vegetal), las cuales se extraen de hongos,
los cuales necesitan materia orgánica para crecer, si obtenemos las “celulasas”
de estas algas, no sería necesaria la materia orgánica para su producción.
Aprovecho el artículo sobre plantas y energía para
escribiros sobre otro proyecto sobre electricidad y plantas, en este caso del
Instituto Israelí de Tecnología (Technion).
Un equipo de Technion, bajo las órdenes de Gadi Schuster
y Noam Adir, han conseguido manipular la fotosíntesis de manera que pueden
obtener energía capaz de ser transformada en electricidad posteriormente.
Este equipo investiga una proteína la cual es muy
importante en el proceso de mover electrones mientras se produce la
fotosíntesis.
Esta proteína en su estado natural extrae electrones del
agua trasladándolos a través de una membrana celular vegetal.
El equipo de Technion, descubrió que alterando uno de los
cientos que aminoácidos que contiene
esta proteína, es posible cambiar la dirección de los electrones, lo cual hace
posible aprovechar esta energía para utilizarla posteriormente.
El cambio de polaridad de esta proteína parece no afectar
al comportamiento de la proteína, ni al crecimiento de la planta, por lo cual
sería posible obtener grandes cantidades de esta proteína a un bajo coste.
Si todo esto se comprueba que funciona fuera del
laboratorio, hace falta aun idear un mecanismo para convertir la energía
bioquímica en electricidad, o quizás un motor que funcione con energía
bioquímica.
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