La kanamicina, consiste en un antibiótico del grupo de los
aminoglucósidos de amplio espectro bactericida, por lo cual está indicada en
una amplia gama de infecciones.
Se trata de un bactericida activo contra bacterias tales
como E.coli, Proteus species, Enterobacter aerogenes, Klebsiella pneumoniae,
Serratia marcescens y Acinetobacter spcies.
El doctor Umezawa, junto a sus colaboradores del
Instituto Nacional de Higiene del Japón, descubrieron este antibiótico en el
año 1955.
Debido a su toxicidad, su uso últimamente se limita a
tópico y oral, aunque en algunos países aún se utiliza por vía intravenosa.
La kanamicina, se utiliza para el tratamiento de mastitis
(inflamación de la glándula mamaria), septicemias (infección grave de rápido
desarrollo), nefritis (inflamación de los riñones), neumonías (afección
respiratoria por infección del pulmón), enteritis (inflamación del intestino
delgado por consumir sustancias contaminadas de bacterias o virus),
actinobacilosis (inflamación crónica de tejidos blandos, principalmente la
lengua), tuberculosis (infección bacteriana que principalmente afecta a los
pulmones).
Suele ser administrada en forma de sulfato de kanamicina,
en forma de polvo que se disuelve en agua.
La kanamicina, no puede utilizarse junto a otros fármacos
potencialmente tóxicos para el oído o el riñón, ya que podría generar
importantes efectos secundarios, llegando a poder provocar sordera o tinitus, problemas renales o alérgicos a este
medicamento.
La kanamicina puede provocar náuseas, vómitos y diarrea.
También puede generar vértigo, en cuyo caso sería síntoma
de lesión vestibular.
Otras manifestaciones
de neurotoxicidad pueden ser el entumecimiento, hormigueo en la piel,
fasciculaciones musculares y convulsiones.
Su uso prolongado puede provocar el síndrome de
malabsorción (el intestino delgado no puede absorber los nutrientes de los
alimentos), a causa de un aumento de la grasa fecal, disminución del caroteno
del suero y reducción de la absorción de xilosa.
En el caso de la administración por vía intravenosa puede
provocar irritación local o dolor en algunos casos.
Otras reacciones, que se producen en pocas ocasiones en
el caso de administración por vía intravenosa son; salpullido, fiebre
farmacológica, dolor de cabeza, parestesia, náuseas, vómitos y diarrea.
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