En esta ocasión, os traigo un plato
espectacular, cuya única complejidad es freír media cebolla.
Además, si os cuento un secreto,
las almejas las tenía hechas, sobrantes de otro día, pero imaginaremos que las
cocinamos, para darle algo de trabajo al plato, que si no, nos aburriremos, con
tan poco trabajo.
Ingredientes (2 personas):
1 cebolla
½ kg de almejas
100 g de gulas
½ vasito de vino blanco
2 dientes de ajo
2 cucharadas soperas colmadas de piñones
Perejil fresco (en mi caso congelado)
Aceite
Sal
Preparación:
En primer lugar colocamos un par de
horas las almejas en agua con sal, para que suelten cualquier resto de arena.
Pelamos y troceamos en juliana una
cebolla.
Pelamos y fileteamos los ajos.
En una sartén con un poco de
aceite, salamos y freímos la cebolla junto con los ajitos, para ayudar a esta a
sudar.
Cuando la cebolla está blandita,
añadimos las almejas previamente escurridas.
Añadimos el vino y dejamos reducir
mientras las almejas se nos van abriendo.
Retiramos la sartén del fuego y
repartimos en dos cazuelitas de barro su contenido.
En la misma sartén agregándole un
poco de aceite y retornándola al fuego, le damos unas vueltas a las gulas,
hasta que se descongelen y adquieran algo de color.
Una vez cocinadas las gulas las
agregamos a las almejas, mezclándolo todo.
En una sartén limpia doramos los
piñones.
Repartimos los piñones en ambas
cazuelitas de barro y decoramos con perejil picadito.
Si lo preparáis con antelación o se
os enfría, se puede calentar 10-15 minutos en el horno, a partir de horno frío.
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