Ayer os publicaba la primera parte de este artúculo sobre el
egocentrismo, en esta ocasión, profundizaremos un poquito más en el tema.
Seguiremos caminando entre la complejidad de las neuronas del
ser humano.
ser humano.
En
el post “Autoestima” os comentaba que el autoestimarnos, nos puede llevar al extremo de llegar al
egocentrismo.
En primer lugar hemos de saber en qué consiste el egocentrismo.
Egocentrismo es un término, que define a esa persona, que solo
admite sus intereses e ideas propias, sin tener en cuenta a los demás.
Ego significa yo, y centrismo, centro.
Egocéntrico, es la persona que se considera el centro del mundo
y el mundo ha de girar alrededor de él.
Se trata de una persona que se considera el ombligo del mundo y
no valora a los demás, solo se valora a sí misma.
En
la Wikipedia, en la definición de “egocentrismo” he visto
una definición tipo parábola que me ha encantado, por lo cual me permito
repetírosla…
una definición tipo parábola que me ha encantado, por lo cual me permito
repetírosla…
En psicología, el ego es que la persona sea consciente de su propio
yo y se reconozca a sí misma.
El egoísmo es el amor extremo sobre uno mismo, el cual le hace
perder el interés por las necesidades u opiniones ajenas.
El egocentrismo es la exagerada valoración de la propia personalidad.
La persona egocéntrica exige que tanto su personalidad, como el
mismo, sean el centro de atención de los demás.
Realmente estas personas, deberían comprender que nadie es el
ombligo del mundo, pero hacen lo que sea para llamar la atención y ser siempre
el centro de atención.
En el caso de los niños pequeños, es habitual que deseen ser el
centro de atención y sean egocéntricos, es una forma natural de supervivencia,
puesto que requieren cuidados para su supervivencia.
La mejor forma de luchar contra el egocentrismo es:
-Buscar una visión positiva de la vida.
-Intentar valorar ideas y pensamientos de los demás.
-Apoyo de quienes te rodean.
Si tu actitud es pesimista, rencorosa, temerosa, rígida, dominante,
difícilmente lograras tu propia felicidad, con considerar que tú eres el centro
del mundo, solo gastaras tus energías y tu tiempo para estar ahí, mientras
perderás poco a poco la gente que te rodea.
Los egocentristas deberán pensar que al igual que ellos exigen
ser el centro del mundo, no deberían olvidar que al resto del mundo, también le
gusta que el resto del mundo los valore.
El egocentrismo también lo podríamos definir como un ego
exacerbado.
El sentimiento sobredimensionado del ego nos impide la
autorrealización, generando aflicciones para la persona egoista y para los que la
rodean.
El ego es un velo que distorsiona la percepción y la visión de la
mente.
Todos tenemos nuestro propio ego, además es necesario tenerlo,
pero ha de ser un ego sano, maduro, sin sobredimensionarlo.
Si nuestro ego es inmaduro, desproporcionado, con un enorme
sentimiento del yo, con emociones insanas, si somos posesivos, egoístas,
celosos, tenemos desarrollado en sentimiento de la rabia, la prepotencia, etc…
En este caso nuestro ego se torna destructivo para nosotros y
para quienes nos rodean.
A este ego es a lo que solemos llamar egocentrismo.
Una vez sabemos que es el egocentrismo se trata saber cómo
lograr evitarlo, la verdad no es tarea fácil.
Lo primero que necesita la persona egocentrista es tener paz
interior y equilibrio emocional.
Ha de confiar en sí mismo, cuando consiga todo esto, podrá
empezar a valorar a los demás.
Las personas en ocasiones negamos la realidad para evitar
sentimientos conflictivos, pero así no se avanza nada, los problemas se
solucionan, razonándolos y enfrentándose a ellos.
Aceptar nuestros problemas y los de los demás, al igual que
nuestras limitaciones y las de los demás, nos dará la equidad para que los
problemas no nos afecten y rompan nuestro equilibrio emocional.
Hemos de comprender y admitir que todo el mundo no reaccionara
como nosotros esperamos que reaccione.
Las personas que se
limitan a su mundo aparente perfecto, se desploman ante el menor
incidente.
Las personas emocionalmente saludables también, en ocasiones
pierden el control, se equivocan, pero tienen la suerte de saber reaccionar y
corregir sus errores o incluso pedir disculpas.
Para que una persona egoísta o egocentrista pueda llegar a
corregirse, es necesario que esta persona tenga voluntad de corregirse y que
acepte que las cosas son como son, no como le gustaría que fueran a ella.
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