Una nueva fábula de Esopo para ilustrar el comportamiento
del hombre.
El perro y la almeja.
Un perro de esos acostumbrados a
comer huevos, al ver una almeja, no lo pensó dos veces, y creyendo que se trataba
de un huevo, se la tragó inmediatamente.
Desgarradas luego sus entrañas, se
sintió muy mal y se dijo:
Bien merecido
lo tengo, por creer que todo lo que veo redondo son huevos.
Nunca tomes un asunto sin antes reflexionar, para no
entrar luego en extrañas dificultades.
Es
muy cierto, que cuando nos acostumbramos a algo, lo solemos hacer de forma
mecánica, sin pensar.
Recuerdo
que hace unos años cambiaron el domicilio de la empresa donde trabajaba.
Pues
para ir a trabajar necesitaba ir en mi coche, en varias ocasiones, en lugar de
irme al nuevo domicilio de la empresa, automáticamente pillaba el camino del
antiguo y a mitad camino a darse la vuelta… me ocurrió varias veces.
Otra
cuestión que nos suele pasar como al perro de la fábula, es que al comer o
beber, cada vez degustamos menos los alimentos o la bebida, así confundió
almeja con huevo.
Simplemente
nos sentamos (el que se sienta), en la mesa, nos metemos cucharadas en la boca,
mientras absortos miramos la televisión, mientras el sabor sea aceptable, todo
para dentro.
Ciertamente,
perdemos las buenas costumbres, las familias que tienen la suerte de comer
juntas, dan dos vueltas a la comida en la boca y a medio masticar la comida
para el interior del estomago, en lugar de hablar, los comensales entre ellos,
como mucho discuten por el canal de la televisión o simplemente por poseer el
mando a distancia.
Que
será de aquellos tiempos que después de comer se dormía la siesta plácidamente…
Que
será de aquellos tiempos de la tertulia del café…
Que
será de aquellos tiempos en que el abuelo contaba historias que fascinaban a
los nietos…
Despertemos
y volvamos a la cruda realidad…
Estamos
en esos maravillosos tiempos donde Dios Google nos tiene controlados…
Estamos
en esos maravillosos tiempos donde Dios estrés es nuestro compañero de viaje…
Estamos
en esos maravillosos tiempos que no hablamos con nuestra familia…
Estamos
en esos maravillosos tiempos que no degustamos la comida, simplemente
engullimos.
Estamos
en esos maravillosos tiempos donde no educamos los hijos, pasamos la pelota a
los profesores…
Estamos
en esos maravillosos tiempos donde los hijos están tan protegidos que los
profesores no tienen herramientas para controlar a sus alumnos…
Estamos
en esos maravillosos tiempos donde aparcamos a nuestros mayores en residencias…
Necesitamos
ir a clase para saber disfrutar las cosas buenas de la vida, necesitamos
aprender a vivir, a saborear la comida, a relacionarnos con los nuestros, a
tener paciencia, a no aparcar a nuestros mayores, etc.
A
ver cuál es ese maravilloso profesor que nos enseña que las almejas no son
huevos y si existe ese profesor…
¿Existirá
el alumno que quiera aprenderlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario